La piscifactoría de Tavascán suministra las truchas a la mayoría de restaurantes del Pallars Sobirà, el Pallars Jussà y la Val d'Aran. Este producto también lo envía a establecimientos de todo Catalunya.
De las diferentes variedades de trucha que cría, trucha fario, trucha blanca y trucha autóctona, la más valorada es la autóctona. La autóctona se diferencia del resto al tener muchos picos de color rojo. De estos cada vez quedan menos en los ríos de los Pirineus.
Julià Sillero, responsable de la empresa, ha explicado que son también las que cuesta más de criar y ha añadido que en la piscifactoría tiene unos 40.000 ejemplares y comercializa unos 5.000 anuales mientras del resto vende unas 15.000 truchas.
Sillero ha explicado que las truchas adultas comen una vez al día, al atardecer, y tienen un crecimiento lento para obtener la máxima calidad: la trcucha blanca o asalmonada tarda dos años y medio en tener la medida de comercialización y la trucha autóctona tarda tres y medio.
La trucha autóctona es un producto de alta gastronomía igual que ha pasado con el caviar de trucha o la trucha ahumada. Para hacer el caviar se muñe la trucha. De cada trucha salen unos 3.000 huevos anuales. A estos huevos se les hace un lavando especial, se les aplica un baño de agua con sal y se envasan. Se trata de un producto totalmente natural.
Hace dos años a modo de prueba comercializó unos 300 botes y este año ha vendido los 1.000 que ha elaborado. Sillero ha dicho qué es un producto de calidad muy muy valorado al igual que la trucha ahumada. Estos productos es pueden encontrar a las cartas de muchos restaurantes del Pallars y en restaurantes de renombre de fuera de la comarca como Can Fabes en Sant Celoni o el restaurante Cinc Sentits de Barcelona.
La piscifactoría de Tavascan
desde hace más de veinte años da la opción de pesca a la carta. Todo el mundo que quiera, pagando una entrada simbólica, puede pescar en las balsas de la piscifactoría y después llevarse a casa las truchas que ha pescado.
Antiguamente la mayoría del negocio de la piscifactoría era de visitantes que pescaban. Un mes de agosto podía recibir unas 450 personas diarias. Ahora las cifras de visitas se han reducido drásticamente y el día que recibe más ''pescadores'' se llega a los 150 en pleno mes de agosto.
La bajada de visitantes trajo a Julià Sillero a potenciar más la venta de truchas dentro y fuera de la comarca y apostar por productos de calidad como el caviar y la trucha ahumada
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